Por Robert Deaves
Fotos: Alfred Farré, François Richard, Peter Bentley, archivo IFA
La historia de la clase Finn ha sido y será siempre, la historia más grande de la vela en la historia de los Juegos Olímpicos. Pero, después de 18 Juegos Olímpicos, parece que el Finn ya no es necesario, excluyendo así a los mejores atletas en el deporte: una reflexión triste de procesos modernos de toma de decisiones.
Después de Tokio 2020, el Finn habrá sumado 68 años de competición olímpica. Diseñado en 1949, su contribución e influencia durante más de siete décadas es sorprendente y significativo. Ha sido testigo del desarrollo de los Juegos Olímpicos de la posguerra hasta la era moderna, hasta que al final los ratios de TV acabarán siendo más importantes que el deporte en sí mismo.
El Finn es un barco emblemático, el embajador más grande de la vela olímpica, el barco perfecto para los atletas completos, capacidad física, técnica y mental del que han salido algunos de los mejores regatistas del mundo. No hay ningún otro como él. Es la auténtica clase olímpica que se remonta a principios del período moderno de los Juegos Olímpicos. Unos Juegos Olímpicos sin el Finn es una cosa simplemente impensable.


El legado
El barco es sólo la herramienta, pero realmente se trata de la gente. El legado de la clase Finn podría definirse en términos de los regatista que ha creado. De Paul Elvstrøm a Ben Ainslie; de John Bertrand a Russell Coutts, la clase está llena de los más grandes del mundo de la vela. Hoy la clase tiene un gran número de regatista jóvenes talentosos y ambiciosos que tienen como referencia toda esta larga lista de estrellas.
El Finn podría también ser definido por su desarrollo técnico, evolución de cascos de madera y velas en uno de los barcos más avanzadas en el mundo, pero al hacerlo, realmente ser tan racional y perfecto hace que el barco ofrezca más igualdad y que sea el momento en que haya más competencia en toda su historia.


En Europa después de la guerra, el Finn proporcionó un enfoque como un camino asequible y competitivo para los Juegos Olímpicos, y en 1952 fue el único barco individual en el programa olímpico. Lo fue hasta los Juegos Olímpicos de 1984, cuando se incluyó el windsurf. Comenzó a atraer a algunos de los nombres más grandes en el deporte, nombres que más tarde se convertirían en los fabricantes velas, mástiles, constructores y diseñadores. Su conocimiento del el Finn influiría en su desarrollo, siendo actores clave en el desarrollo de la navegación y la industria de la vela durante el siguiente medio siglo.
El Finn convirtió también a regatistas en atletas. Con Elvstrøm estableciendo un nuevo estándar para el acondicionamiento físico y fuerza en la navegación, el Finn enseña a los regatistas los beneficios de la capacitación, valor y perseverancia para convertirse en el atleta más completo posible. A los finnistas se les ve como uno de los deportistas más completos no solo en la vela, si no en muchos otros deportes. Los valores y la ética de duro trabajo.
El Finn enseñó a los jóvenes a llegar hasta el límite, para sobresalir y aprovechar oportunidades, para ser más rápido y más fuerte y llegar a niveles más altos – ciltius, altius, fortius. La naturaleza de la competición proporciona la verdadera prueba y el Finn ofrece el mayor desafío. A lo largo de siete décadas el reto del Finn sigue siendo atemporal para las amistades, la competición, las recompensas y sobre todo, para el viaje.
El legado del Finn es sin igual en el deporte de la vela; pero la historia continuará.


La decisión
Las decisiones del viernes 2 de noviembre y el domingo 4 de noviembre, fueron dobles. Pocos hablaban mal del Finn, y muchos parecían reticentes a votar en contra de la clase que ha sido parte integral de los Juegos Olímpicos durante tanto tiempo.
Sólo los que han navegado en Finn entienden lo que realmente significa que te llamen finnista: la dedicación, el compromiso y el reto de cada día mejor. Este es el poder del regatista de Finn.
¿La vela tiene necesidad de desarrollar e innovar, pero es necesario reinventarse tantas veces que se pierde de vista lo que es importante? Los frecuentes cambios están matando el deporte a nivel olímpico. Mata las ganas de participar. No hay estabilidad o constancia. Reduce confianza. La masacre que está llevando a cabo para las clases olímpicas no hace ningún favor a la vela.
El Finn ha prosperado durante siete décadas, porque siempre ha sido un destino de constante y fiabilidad para muchos regatas jóvenes talentosos y ambiciosos.


Desde esta decisión, muchas cosas se han dicho acerca de la clase Finn y su contribución a la vela. Aunque es de buen nacido ser agradecido, es de poco consuelo para los cientos de jóvenes regatistas que sus ambiciones olímpicas se vean destrozadas. Muchos han pasado años de entrenamiento, invirtiendo, viajando…Hay una sensación de dolor en este giro de los acontecimientos, un torrente de emociones, un sentimiento de traición e ira de todas las partes del mundo de la vela.
Los finnistas de hoy son el futuro. Son los héroes del mañana; las estrellas del presente. O por lo menos debían de serlo. Era su destino desde el momento que empezaron su carrera en el Finn. Puede que pierdan momentáneamente su estatus, pero no van a sucumbir. Perdurará y prevalecerá. Pero siempre recordarán el día que sus sueños fueron aplastados.
Continuará…
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