Les Sables d’Olonne se despertaba con una densa niebla sobre la ciudad y su puerto. A las 7 de la mañana empezaba el tradicional paseíllo de los participantes por el pantalán donde los 33 participantes, uno por uno iban hacia sus barcos mientras recibían los aplausos de los miembros de los equipos y del poco y privilegiado público que pudo verles, sobre todo desde los balcones que dan al puerto que aplaudían, hacían sonar sus cacerolas, soplaban las vuvucelas y hacían sonar bocinas. En el canal, habitualmente abarrotado por miles de personas, en esta edición los que había, se podían contar con los dedos de una mano.
El ritual de cada uno de ellos era distinto, los nervios corrían por dentro como reconoció minutos antes de embarcar en el One Planet, One Ocean, el catalán Didac Costa, único participante español en la Vendée Globe. Didac llegaba a su barco donde le esperaba su equipo para hacer el otro paseíllo por el canal y despidiéndose con la mano de los pocos aficionados que dan el adiós a todos los participantes por igual. Aquí no importan las nacionalidades, aquí todos los participantes son iguales para los aficionados, son ídolos. Didac Costa buscará su tercera vuelta al mundo, ya finalizó una Barcelona World Race y una Vendée Globe, con lo que de hacerlo será el único español en haberla acabado dos veces.
El paseíllo por el pantalán tuvo de todo, la mayoría iban equipados con su ropa técnica de Helly Hansen, la mayoría, o con Musto, caso de Didac Costa. Otros como el japonés Kojiro Shiraishi que lo hizo ataviado como en la anterior ocasión con un kimono vestido de samurái o Sebastién Destremau lo hacía vestido con un traje EPI como el que llevan los sanitarios, y dijo que lo hacía como contrapartida al coronavirus, que esta afectando al mundo. Los 33 participantes se hicieron un PCR al que dieron todos negativo, con lo que navegarán libres de coronavirus, ya que estarán cerca de tres meses totalmente aislados y sin contacto con nadie del exterior.
Los participantes en su entrada al pantalán tenían que pasar junto al trofeo que se llevará el ganador de la Vendée Globe, algunos le hacían un guiño y otros ni lo miraban, todo cuestión de supersticiones. Luego al llegar cada uno a su barco, mucha emoción en todos ellos, pero especialmente cuando los patrones se despedían sobre todo de sus hijos, donde cayó más de una lágrima.
Y es que la Vendée Globe es además de una regata es supervivencia, ya que también habrá que ver de los 33 barcos que tomaron la salida, cuantos llegarán de nuevo a Les Sables d’Olonne. El record está en poder de Armel Le Cléac’h conseguido en la pasada edición con el Banque Populaire con un tiempo de 74 días, 3 horas, 35 minutos y 46 segundos. En esta edición, con los nuevos barcos con foils, se busca bajar de los 70 días.
La salida estaba prevista para las 13:02, pero una densa niebla hizo que finalmente se retrasara una hora y media, que no es nada teniendo en cuenta el tiempo que les queda por delante, una vuelta al mundo de 24.000 millas que acabaran siento 28.000. El Bureau Vallé de Louis Burton se llevó la foto por haber sido el primero en cruzar la línea de salida, pero al final, esto no deja de ser la anécdota. Mientras tanto ya navegan todos camino del Golfo de Vizcaya, primer gran paso, aunque en esta ocasión –a diferencia de otras donde ya hubo los primeros incidentes-, meteorológicamente parece que será benévolo, con unos 10 nudos en la salida y que se mantendría con vientos medios hasta Finisterre, donde se espera la primera gran borrasca y donde los patrones tendrán que empezar a tomar las primeras grandes decisiones para afrontar la bajada del Atlántico.