Hace tiempo que la World Sailing va en contra de la esencia de la vela. Lo último del presidente Kim Andersen ha sido excluir a las clases de la reunión de medio año previo a las elecciones que tendrán lugar el día 1 de noviembre.
La excusa del COVID-19 ha sido perfecta para que la World Sailing pase olímpicamente de la propia vela. Lo nunca visto.
Mark Schwendtner, miembro del Comité de Clases de la World Sailing, ha denunciado el hecho de que no se les permitiera asistir a la reunión, ni de forma virtual. Se hace totalmente incomprensible como el máximo organismo de la vela mundial no tenga en cuenta a las clases. Y más en el momento en el que estamos y en el que la tecnología permite reuniones telemáticas y donde pueden llegar hasta a 50.000 asistentes, que no es el caso, sino muchísimos menos.
La reunión de forma telemática fue restringida a la junta directiva, presidentes de comités y de federaciones nacionales. La excusa que ha dado Andersen a Schwendter es un es que en esta reunión se trataron temas financieros confidenciales, por cierto, con unas cuentas en estado crítico y donde sólo piensan en la subvención del COI por unos Juegos que aún no se sabe si se van a celebrar.
¿Desde cuando las cuentas de la World Sailing son confidenciales? ¿Qué tienen que esconder Andersen y los presentes al resto de la vela mundial, y en concreto a las clases? Y ofrece una grabación posterior a disposición del resto de los interesados. Pero ¿por qué no en directo? Porque ya sabemos como se las traen los actuales regidores de la World Sailing con el tema de las tecnologías, ya que aún colean las últimas votaciones para las elecciones de las clases olímpicas de cara a París 2024, donde al final hubo denuncias por presunta falsificación y cambio de voto telemático.
Miedo da la tecnología que usa la World Sailing. Sin duda la falta de transparencia ha sido una constante en este insulso mandato de Andersen.
Penoso.